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noches

de  Luna

 

................. prólogo

 

noches de Luna

 

................. canto I

................. canto II

................. carta I

................. carta II

................. carta III

................. carta IV

................. carta V

................. carta VI

................. carta VII

................. carta VIII

................. carta IX

................. carta X

................. carta XI

................. carta XII

................. carta XIII

................. carta XIV

................. carta XV

................. carta XVI

................. carta XVII

................. carta XVIII

................. carta XIX

................. carta XX

................. carta XXI

................. carta XXII

................. carta XXIII

................. carta XXIV

................. carta XXV

................. carta XXVI

................. carta XXVII

................. carta XXVIII

................ carta XXIX

................. carta XXX

................. carta XXXI

................. carta XXXII

................. carta XXXIII

................. carta XXXIV

................. carta XXXV

................. carta XXXVI

 

................. comentario

 

 

 

prólogo

  

   Estar enamorado es el tema sobre el que gira esta obra; las estrofas y párrafos están dedicadas a la mujer, pero intento no quedarme en lo superficial, y dar mayor sentido a la vida.

 

   En esa propuesta surge Noches de Luna. Escrita en 2004, en su origen me inspiré en la música romántica del siglo XIX; después se quedó en el cajón y pudo ser en 2009 la fecha de realización de este apunte:

 

 

   “Cuando escribí esta obra solía escuchar los Nocturnos de Chopin y me atrapaba su atmósfera; sumergido en ella me parecía comprender que el autor se estaba dirigiendo fraternalmente a las musas, a la providencia divina, confesándoles algo más mundano y terrenal. Me surgieron preguntas: ¿qué amor, qué causa motivó esas composiciones en las que el autor sinceraba su alma? Algo tan difícil de hallar explicación simplemente por escucharlas, imposible a ciencia cierta.

 

   Sin guardar relación directa con la música anterior, Noches de Luna sucede de esa manera, queriendo permanecer dentro de aquella atmósfera especial. Comienza con dos cantos de amor sinceros; después vienen las cartas, en las que se desarrollan episodios de acercamiento, alejamiento, convicción...”

 

 

   Los dos cantos primeros son plegarias a modo de preludio de la obra. Las cartas están escritas con sinceridad e intimidad de enamorado; evocan la distancia, el no ser correspondido, y sobre ello hablaré en el comentario final.

 

  

 

cantos

 

I

   En la noche, abierta la ventana

la dejé para que en sueños tú llegaras

oírte venir, ver tu cara

palpitar feliz mi corazón reclama.

 

   No espero imagen callada

suave brisa que habla

escalofrío recorre la espalda

como el beso, tu palabra.

 

   El sueño pronto vencerá

habrá llegado contigo, la realidad

te irás como viniste, en un cielo

yo rendido a tu belleza y bondad.

 

   Oración dirigiré a lo más alto

por ya tenerte a mi lado

temor y duda aleja mi canto

bajo la Luna al amparo:

 

   "amaré pues me quieres

ni olvidarte podré jamás

ángel para mí tú eres

ángel de amor y paz."

 

 

II

    Como si estuvieras presente

como si pudiera verte

escuchar la respiración, dormida

a mi alcance tenerte,

el gozo incalculable

mi codicia y estandarte.

 

   Vuelve aquí, donde el reflejo

yace en mi lecho de Luna inquieta

donde tu cuerpo desnudo llene

un espacio de ahora melancolía;

déjame abrazarte cuando el deseo

rompa el silencio, y te quiera

para feliz haber logrado

de tu alegría el trofeo.

 

   Si eres tú quien me llama

enamorado entraré en el sueño

atrapado en la cálida fantasía

no querré otro recuerdo

sino la sonrisa y el beso.

 

 

 

cartas

 

I

    La ventana abierta. Cada noche sin ti se convierte en mi adoración, vence la fantasía, y estás conmigo sin que tú lo detengas ni pueda yo comprenderlo. ¿Qué distancia entre nosotros sino el presentimiento? Al alcance de un suspiro hallo tus cabellos sueltos, jardín encantado donde mis dedos buscan tu mejilla, me miras con agrado; el liviano peso de tu brazo en mi pecho, alcanzas mis hombros, hablamos: "cuando la noche termine y al despertar nos hallamos separado, recuerda cariño mío que te quiero y no te olvido". Apoyas la cabeza y mi torso, extasiado, cobija el claro de luna que en la quietud ilumina.

 

 

 

II

   La ventana cerrada. Es el frío y tu ausencia temor que yo esquivo; es el ruido y los demonios conspiración que invade mi pensamiento; es el silencio de la noche atravesado por saeta de hielo, acertada en el corazón forma escarcha de acero. (silencio)

 

 

 

III

   Quisiera dejar esta noche sin poema, irme de fiesta y luego dormir a pierna suelta; quisiera poder elegir entre luna o estrella, encontrar la moneda de la suerte y olvidar mis penas. Quisiera saber cuantas noches me quedan por recrear en estas hojas inertes tu imagen, que intento suplantar con retrato encantado, ánima cuya presencia significa felicidad, y debo callar cuan débil soy.

 

   Se que nada puedo contra el destino y cada vez veo más lejos tu llegada, acaso el recuerdo disperso entre sombras de duda, me asaltan presagios de invierno, y algo me dice que al empuñar la pluma has estado junto a mí.

 

 

 

IV

   Queda entornada la ventana, eres más próxima, estás ahí, ahora sin áurea divina que te traslada del cielo al infierno, pasando por el mundo de los sueños, donde te amé. Ahora tomaría tu mano para besarla por mera cortesía, mirarte con calma y hablar. Ahora eres mortal.

 

   Si hubiese sido el amante que se enfrentó a los gigantes, voluntad firme, tú dulcinea, a la conquista de tus besos marcharía, y no soy más que el cautivo de tu belleza, esperando que quieras verme, sin aguardar más que tu presencia, porque no quiero dejar de pensar en ti.

 

 

 

V

   Me gustaría encontrarte mañana, a solas, aunque desaparezcas en la bruma cuando mis manos busquen las tuyas, acortando la insalvable distancia; me gustaría leerte el poema y que lo conservaras, y siquiera rondará de lejos la admiración que siento por ti; me gustaría decir tu nombre y que atendieses mi llamada, pero no espero clavada en mí tu mirada.

 

   Vuelve mañana te pido; diré que cada verso es un trazo que dibuja tu rostro, que eres toda mi alegría y te necesito, que puedo quererte de verdad.

 

 

 

VI

   Te persigo, espíritu que lees mi pensamiento, escribes en mi corazón, apartas de mi mente el temor y a la vez queda tu presencia. Me evocas el verde prado de la campiña, lejos queda la penumbra salvaje, a cambio jardín donde el deseo no es sino imagen del paraíso.

 

   Te ofrezco lo que soy, has ganado mi alma, la que pudo arder en la hoguera por hechizo de magia mundana. Para ti mi simple palabra de gratitud, si es lo mejor que puedo darte.

 

 

 

VII

   Si tanto me amas, que brotase siquiera una lagrima cuando ausente pienses en mí, tendría la felicidad y mi vida, entregada a tu querer, hallaría su destino.

 

   No escribo este poema por vanagloria, moneda cuyo valor no pesa en la balanza, si es justicia tu belleza y serías la diosa de ambas; no he retado a cuantas sombras de ese espejo, sino porque en él a gusto te miraras; no borré aquellos versos por engaño, que la honestidad quiero por letra y así puedas perdonarme. Te escribo para amarte, pues cada día estás en mi pensamiento, y es tu imagen la que se retrata en estas cartas de amor.

 

 

 

VIII 

   Tan presente en mí aunque quizá no me quieras, como inspiración fuiste y sueño con ese momento, pero no supe verte por lo que padecer tu ausencia es cuanto merezco.

 

   Si tuvieras invisibles alas o figura transparente, y ante mí te presentaras, no podrías sorprenderme; si quisieras hablarme y así te escuchara, admirado por tu voz clara, no podrías sorprenderme; si tendieses tu mano tersa para que la acaricie, y se detuviera el tiempo mientras contemplo tu cara, no podrías sorprenderme; si la distancia de ese infinito se redujera a la nada, si el vacío que yo siento sea alegría por tu llegada, si al fin soy el hombre, tú la mujer amada, no habría sorpresa, pero me harías el ser más afortunado del mundo.

 

   Por tu amor ruego a solas, es mi poema oración que únicamente así llegará, elevado en la plegaria, a tu etérea morada.

 

 

 

IX 

   Esta noche quiero decirte que te quiero, escucharlo de ti, y supongo que no hace falta nada más para ser feliz.

 

   Pero tú no estás y pasa el tiempo, ingrata realidad, la de saberme un hombre que necesita continuar, despertar con ilusión y abrazar cada nuevo día con fuerza. Se que esta noche no traigo versos para ti, por eso digo solamente que te quiero.

 

   Con fe ciega estás en mí, si el pensamiento fuere herramienta del corazón, que por ti palpita apasionado. Del corazón al pensamiento pasas, permaneces, y cualquiera de esas dos estancias me sirve para tenerte presente.

 

 

 

X 

   Perdóname amor si te olvidé por un momento, no quiero perderte, y vuelvo a decirte cuánto te quiero.

  

   Pero mientras yo me pierdo entre laberintos de cristal, tú, soberana en las estrellas, será mi pesar mera estampa que adorne siquiera el jarrón del agua, si por ti derramada, manantial donde beber quisiera y aún deseo más de ti, arrebato de pasión convertido en canto de amor.

 

 

 

XI

   Como héroe de leyenda con estas cartas me propuse conseguirte, fuesen mis palabras peldaños de la escala que a tu balcón lleva, pero es mi intención arrogancia de enamorado; quiero que duermas junto a mí, y el presentimiento me dice que vendrás; tengo la esperanza de conocerte, y encuentro que eres toda mi esperanza en este mundo.

 

   La belleza de tu rostro llega a mi corazón, me reconforta ese haz de inspiración, por un verso de amor que te entregara, de aceptar que he de conquistarte cuando soy yo el conquistado.

 

 

 

XII

   Con valor y sin rencor aprendo a quererte, porque de esta manera siento mejor tu presencia, y porque el sentir que me cautiva es la fuerza del destino.  

 

   Con valor a ti me acerco, admito cuantas flaquezas me doblegan, y te admiro ya que es bondad tu fortaleza. Sin rencor veo la realidad, persigo tu estela, dejo atrás la duda, y ruego por tu bien, y el mío.

 

 

 

XIII

    ¿Por qué la inspiración? si la distancia entre nosotros me revela que nunca estaremos juntos, soñador enamorado soy, sabré de ti por el susurro de las musas y tú escucharás un poema de amor.

 

   Aurora boreal ante la lluvia de estrellas, me sobrecoges, tal vez para ti no significa nada la queja de amor, frío témpano de hielo habrías de ser mas se que miento, acaso la impaciencia traiga el cielo cubierto, pero tú, agua de mayo, arco iris inalcanzable serías.

 

 

 

XIV

   Cada vez que escribo me pregunto si las palabras pueden mostrar la verdad de lo que siento por ti, o será el producto de mi confusión, y que trato de ocultar.

 

   No somos dos enamorados que anhelan el encuentro, somos tú alegoría y yo ladrón de sueños. No cabalgamos juntos bajo el sol de la tarde, donde el sendero cubierto de otoño recoge el sonido del arroyo; estuvimos cada cual por su lado, tú radiabas hermosura y yo en el camino equivocado. No sembramos de cariño nuestro futuro, sembramos tú de fantasía mi esperanza y yo de duda tu recuerdo.

 

    Me pregunto si las palabras pudieron decir, en algún momento, lo que siento por ti.

 

 

 

XV 

   Eres el enigma que no puedo desvelar, si hechizado fui en la bola de cristal que fueron tus ojos, al otro lado del espejo busco tu mirada, y de nuevo brilla ese destello porque te deseo a mi lado. 

 

   ¿Eres ánima entre las sombras? Temo despertar y ver que todo fue un sueño, y en esta oscuridad quedo a merced de la niebla que me envuelve, si soy yo quien quiere perderse entre la bruma, tras de ti, y el eco de una voz lejana dice que estoy ciego de amor.

 

 

 

XVI

    Antes de que venza el sueño esta carta quedará escrita con otro sueño, serán ambos testimonio de mi deseo, el uno eres tú de mí enamorada, sin barrera ni distancia, el otro, que mis palabras alcanzaran tus sentidos.

 

   Para ti no tengo secretos, si el verso encierra misterio, pues tú lo inspiras y no tienes más que leerlo; que de tus labios lo escuchara, tórnese en música el poema, melodía tu voz al recitar.

 

(silencio)

 

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XVII

   Gotas de lluvia caen pero no es a mí a quien buscan, es la tierra, luego el río, después el mar; aún así trajeron música en el oído dulce crepitar, respiré frondoso aroma de aire húmedo, la piel acariciada de frescor, pensar en ti, de nuevo pensar en ti.

 

   Paisaje nocturno bajo nubes manaderas, tu ausencia, cuando mi querer dejó abierta la ventana y así esperé tu llegada, la ceguera del amor y un hálito de locura, o la inevitable realidad que nos mantiene separados.

 

 

 

XVIII 

   ¿Acaso no perdí el tiempo? por pretender a esa mujer, por engañarme a mí mismo, por no hallar el claro en la noche de Luna, por alejarme. Ni palabras de amor, ni pensamiento encendido en deseo, ni caricia en el aire perfilando su cuerpo, nada que prendiese la llama, a cambio la indiferencia.

 

   Ahora veo nuestra distancia, abrazo el desencanto, y me duele saber lo lejos que estoy de ti.

 

(silencio)

 

 

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XIX

    Ser merecedor de tu belleza, eso creía, de tal encanto la realidad, pues tu figura a mi manera dibujé ¿qué otra cosa puedo pintar? No querrás del pasado la pesadilla del infierno, querrás mejor congratularte con la angelical melodía, como yo también quisiera, y no la puedo escuchar.

 

   Esperanza me queda, si al perder la materia de los sueños todavía hay estampas de color en mi pensamiento, para hablar de corazón sin temer la verdad, ni el dolor del adiós.

 

 

 

XX 

   Pudiera ser un cúmulo de estrellas, todas ellas parte de la realidad, que en tu búsqueda divisé empujado al firmamento, si más que conducirme en sentido determinado, es como atravesar la nebulosa de la que no se ve el fin, y solamente cuando termino el poema encuentro que fue la inspiración origen y final de mi partida.

 

   Realidad, sin duda alguna, algo cierto alrededor de mí, o yo inmerso en esa burbuja, efímera atmósfera donde apareces sin saber cómo, iluminada al trasluz por destellos de luna.

 

 

 

XXI 

   Alguna razón para estas cartas, un por qué, no puede ser alucinación que ideada en la locura sea huella delatora de la mente enferma, más bien esbozo es de retrato invisible, impresión que ha marcado mi destino, y conservo en la memoria.

 

   Verte quiero, y si te escucho aún tras la bella melodía mi oído dudaría, gran distancia entre la voz amiga y mi voz. Siempre me queda el reflejo distante, cual eco lejano de nuestro encuentro.

 

 

 

 

XXII

   Si fuese con la oscuridad de la noche, en silencio, la mente despierta al influjo lunar, y el deseo de tenerte, escribiría. Si con desvelo conseguir estrofa iluminada de fantasía, la pluma fiel, escribiría. La historia olvidada, el amor perdido, lo imprevisto que en cualquier momento aparece sin lógica explicación, si algo de ello sucediera, escribiría.

 

   No quiero saber de la hora que marca el reloj, cuyas manecillas al girar me atrapan en el torbellino del tiempo, ni presente tener puedo el reducido espacio de la habitación, donde confluye todo el universo, enmudecido el ruido que distrae el pensamiento, y tu retrato forjándose en la imaginación, darte mi amor, escribir, si no, no podría.

 

 

 

XXIII

   Acompañada la palabra del buen sentimiento, tu imagen presente y la inspiración, me atrevo a alzar la mirada hacia las estrellas, escuchar la melodía de esa música eterna, interminable armonía la envuelve desde el infinito, y sabrás que pienso en ti.

 

   Corazón, mente y espíritu para que el verso vea la luz, nota de color que refleja la emoción, tan llena de silencio que no quiero seguir callado, sino cantar a plena voz.

 

 

 

 

XXIV

   Otros dados quisiera con que apostar a la suerte, o que el giro de la ruleta de la fortuna no se detenga en los estáticos números para encontrar el motivo: la flecha pasa deprisa sobre las casillas, el destino se situará en una de ellas, y se detiene en tu nombre, en apariencia por azar.

 

   Hay algo que nos une y no nos puede separar, si a las musas fui leal, qué lazo pudiera serlo más, pero silencio será el por qué no he de olvidarte. Me haces falta, no hallo otra razón.

 

 

 

XXV

   De ciertas cosas nada quiero saber, y hay palabras que procuro evitar: muerte es una de ellas. Si yo supiera tu nombre también lo ocultaría, porque impasible me esquivas.

 

   Muerte es palabra que por si sola impresiona, conmueve al ser leída, pero yo prefiero cantos de esperanza, la propia vida, cuyo final lo ostenta el destino. Así como tú, siempre ahí, nunca conmigo.

 

 

 

 

XXVI

   ¿Por qué brilla más la Luna después de recitado el poema? por la palabra clara y la voz desnuda, por el amor sincero que en la noche alumbra, la elocuencia del poeta cantando tu hermosura, los hados por testigo, y por la ausencia de cielo en esta extraña condena.

 

   Me acecha la realidad ingrata, con maldiciones y demonios que me atrapan; yo, solo con inspiración y esperanza, me refugio en la verdad que hay en el fondo del alma, si el lienzo es el campo de batalla, de la pluma tinta como sangre derramada, halo esclarecedor tú eres en el fragor de la contienda, me indicas por dónde cuando perdido estoy, para que brille la Luna, para pensar en ti.

 

 

 

XXVII

   Mañana clara al sol de primavera, aire libre, frescor y rocío; trinos me despiertan, y yo enraizado por la naturaleza, honda impresión en la memoria guardo, apacible amanecer, se alegra el alma.

 

   Ningún artificio iguala la belleza del alba, me evoca tu recuerdo, ya oculto entre sombras de olvido, cuando ayer te reflejabas bajo los destellos de la aurora, hoy, palabras sin sentido que intento evitar, si en ellas se quiebra el fino espejo que, más allá del cristal, esconde tu rostro.

 

 

 

XXVIII

   Desde la oscuridad el despropósito de dibujar tu silueta, fondo de estrellas y fugaz rayo de luz, poesía, y esta resulta al igual etérea, con la imaginación trato de adivinar tus facciones, pues de alguna manera habré de verte, mi musa, mi amor.

 

   Muchas pueden ser la causa de los versos, pero sigo sin comprender por qué estamos tan cerca, y después de rozar tus cabellos desapareces en una caricia.

 

 

 

XXIX

  Pensamiento inesperado al atravesar la tiniebla, debo encontrarte a ti, si cuanto me rodea es fantasía, solamente encerrado en la trama todo es real, sigo el destello tambaleante del candil que se adentra en la oscuridad, sendero donde el final nunca llega, y no te encuentro.

 

   Te he perseguido sin rumbo porque tú lo ocultaste; glaciares describí para rescatarte de la nieve; la selva dibujé y manojos de espesura en tu búsqueda hube de arrancar; se llenó el vaso de la paciencia, quizá se colme, y se vierta sobre estas hojas donde el tiempo desapareció llevándose parte de nuestra vida, porque tú también estuviste aquí.

 

 

 

 

XXX

   Inspiración espero mientras la noche envuelve oscura la ciudad, las casas refugiadas se encierran y las calles, trincheras de asfalto y cemento, recogen los últimos ecos del avance del progreso: vehículos, sirenas, trasnochadores y demonios infames nunca dejan de sonar.

 

   Me tapo los oídos, nada quiero escuchar, acaso a media noche campanas de paz, tu respiración sobre mi pecho, y la despedida: ¡Hasta mañana, que descanses amor mío! No quiero que la pesadilla asalte mi sueño.

 

 

 

XXXI

   Surgen las palabras y mientras escribo me pregunto dónde estarás, invisible, tú ese misterio eres que descifrar no puedo, cuando bendecido soy por cantarte a ti, si bajo la luz de la Luna siento que me escuchas... mientras escribo.

 

   Al pensar en ti tengo presente a quien pudiera leer estos párrafos, distantes, yo desaparecido tras la frontera del tiempo, si algo de música y poesía encontraras, seguirán las musas velando desde su eterna morada.

 

 

 

 

XXXII

   Al recordarte, cada palabra, cada una de ellas reclama tu presencia, providencia es desde que a mi vida llegaste, y estas mismas palabras son la ofrenda que elevo a los cielos, que de tu mano pude apreciar.

 

   Es mi libertad la voz con que llamo a la puerta del destino, tu retrato la prueba de mi voluntad, arrojada aquella sombra al cauce del olvido, no quiero ocultar esta pasión sino admirarte, atravesado el incierto umbral, mostrarme cual soy y hallar tu bondad.

 

 

 

 

XXXIII

   Esta noche he de preguntarte si me quieres ¿me quieres? aunque necesito la respuesta, sé que no la tendré ¡algo sé! Silencio en el aire, tristeza es la distancia que nos separa, pero sigo queriéndote pues eres mi alegría al despertar, y el recuerdo de ti...

 

   Me amas, seguro, piensas en mí aunque estés lejana, y eso debe ser cuanto refleje el poema, testimonio de tan sublime esencia, sin huella delatora, en el fondo la voz del alma, si escuchar supiera, si amarte pudiera.

 

 

 

XXXIV

   Ahora es el momento para olvidarlo todo, la musa vendrá, será mi fascinación por ella que esclarezca la estrofa naciente, lo que de un deseo en verso trocado devuelva la Luna, las estrellas, el fondo de la noche en el firmamento brillar, porque así a de ser la tierra de los enamorados; mientras gira el planeta astros en el horizonte se perderán, mientras se escribe el poema un suspiro del cielo caerá.

 

   No pasarán las horas, fugaces, para demostrar lo efímero del tiempo que se pierde, pasarán radiantes si el ánimo despierta en la mañana ¡que el sueño me lleve donde aguarda la musa, allende la alborada!

 

 

 

XXXV

   Sigo teniendo la blanca Luna, reflejo de tu encanto, por imagen; el olor de la tierra fresca y el rocío, tu recuerdo, y el murmullo del arroyo en la quebrada, presentimiento, escondida promesa, sin ser yo quien pudiera verte, ni tú al fin por ventura escuchada.

  

   ¿Por qué no suena la bella melodía? Si en silencio esta velada, tus ojos miraría ¿Cuándo la copa de vino, feliz derramada? Ya dispuesto el ser a la alegría hasta llegar el alba ¿Dónde la silueta iluminada, que el verso mereciera? Acaso de cierto faltaran musas, o tal vez ciegos los poetas ¿Cómo aquella estrella brillará llegado el día? En tu ausencia no habrá noche oscura, porque tu recuerdo me trae esperanza.

 

 

 

 

XXXVI

   Ante mí pluma y lienzo, herramienta y materia para cincelar tu imagen, donde yo admiro tu belleza y recito versos de amor, eterna la alborada, entre la noche y el día aguardas allí en la aurora, feliz alegoría, detrás de cada frase, presente en cada palabra, ante mí estás y más aún, en mi interior, tu reflejo, por siempre quisiera conservar.

 

   Canto de adoración es el poema, si pudiera mi voz ser la del alma, profunda pasión encerrada, con ella digo que te quiero, te amo, eres parte de mi ser, y nunca podré olvidarte. 

 

(fin de la obra)

 

 

  

 

comentario

 

   Indirectamente me inspiro en los Nocturnos e incluso ese es uno de los títulos que barajo para la obra, por la influencia que tuvo en el origen: el año antes de comenzar a escribirla pensé en poner letra a esas melodías, esbocé unos párrafos, y al volver a leerlos me animé a expresar algo más personal mío, pero dentro de la misma atmósfera. La forma de escribir era espontánea, de noche, en el momento de acostarme; haber realizado previamente Impresiones pudo favorecerme en la puesta en marcha. Y tenía que permanecer la sensación del instante, la sinceridad del amor.

 

   Paralelamente escribí el diario de trabajo, a veces meras anotaciones de fechas, lugares y observaciones que pudieran recordarme la circunstancia mientras componía:

 

-diciembre de 2002 y enero de 2003 los dos cantos y las 16 primeras cartas en Alcobendas

 

-julio de 2003 las dos cartas siguientes durante un viaje en coche por Europa

 

-febrero y marzo de 2004 las cartas restantes en Alcobendas y Mesones

 

-mayo de 2004 repaso de la mitad durante el viaje a Valdemossa

 

-noviembre y diciembre de 2004 repaso del resto entre Alcobendas, Mesones y Las Palmas

 

-febrero de 2005 repaso en Mesones y Alcobendas y pongo título

 

-abril de 2007 repaso en Alcobendas

 

-octubre de 2009 repaso general en Mesones

 

 

   Los “repasos” eran intentos por concluir la obra en los que modificaba alguna palabra o expresión y dar el visto bueno definitivo; en aquellos intentos yo estaba desmotivado, sin imbuirme en la atmósfera de la obra, sin interés en ser autor ni en componer, pero veía que los escritos reflejaban cosas de mi vida y traté de continuar la obra en ese sentido; no era consciente de los problemas que estaba padeciendo, de la amnesia y trauma.

 

   Referente a la obra, el primer grupo de cartas son más entusiastas aunque cambien de tono, dirigidos más directamente a la persona, mientras que las restantes me dan la impresión de estar desengañado, o que se habían adormecido los sentimientos que manifestaba al principio, o que idealicé el motivo del poema.